Hoy en día escribir a mano es algo que muchos consideran una antigüedad, incluso una tontería porque, ¿para qué hacerlo así si hay ordenadores, tablets y smartphones? Y sí, es cierto que todos esos elementos pueden hacer que sea todo más rápido pero, también, que sea un tipo de letra más impersonal, y en ocasiones especiales, como una boda, o incluso una declaración, nunca está de más una palabra escrita a mano.
Y eso es lo que se refiere el lettering, y la caligrafía en general, algo que se creía perdido y que, gracias a la estética, carácter artesanal y personalización, está teniendo cada vez más adeptos que intenta aprender la técnica y, por qué no decirlo, volver a los orígenes, a como se escribía antes, con pausa, con paciencia, haciendo las cosas bien.
Existe una pequeña diferencia entre lo que es la caligrafía y el lettering. En palabras del estudio Three Feelings, “la caligrafía es el arte de escribir de manera artística a partir de diferentes alfabetos (gótico, romano, etc.), que piden del conocimiento de unas técnicas concretas y el uso de pluma y tinta. El lettering, en cambio, va más allá ya que consiste en el arte de dibujar letras, palabras y frases con el objetivo de hacer una composición y conseguir una imagen o póster. En este caso, las herramientas utilizadas son más modernas ya que se pueden usar diferentes tipos de rotuladores, tizas o, incluso, bolígrafos. Además, se puede aplicar sobre diversas superficies como pizarras, paredes o cristales y espejos”.
Aprenderlo, puede no ser rápido ni sencillo, pero la satisfacción de hacerlo bien es lo que realmente merece la pena y le dará originalidad a todo.