Septiembre va a ser el mes en el que muchas empiecen una dieta para quitarse de encima los excesos del verano. Los helados, las comidas copiosas, barbacoas, comer demasiado, y muchas veces a lo largo del día, pueden hacer que los kilos aumenten en el cuerpo y las dietas sean lo que acompañe a la rutina (razón por la que se le cogen más manía).
Sin embargo, ¿por qué no se tiene éxito en las dietas? ¿En qué se falla para no conseguir seguir a rajatabla la dieta y no comer nada de lo que no haya en ella?
Hacer dieta, según los expertos, no quiere decir matarse de hambre o comer mínimamente. De hecho, esto sólo provoca un efecto contrario porque el cuerpo interpreta que no hay comida y tiende a almacenar todo lo que puede y más de los pocos alimentos que se tienen por lo que, a no ser que sea a medio plazo, no se obtienen resultados y, para nuestra salud, es muy peligroso porque se pierden nutrientes esenciales y puede aparecer la anemia.
Lo primero que hay que hacer cuando se comienza la dieta es reorganizar las comidas y la calidad de lo que se va a comer. No es bueno restringir la ingesta de alimentos a dietas donde sólo te dejan un alimento, o un grupo de ellas, estas son altamente peligrosas para la salud y pueden dar efecto rebote (a veces un doble rebote).
Por ello, debes tener en cuenta si vas a hacer dieta lo siguiente:
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Horario de comida. Necesitas que todas las comidas estén separadas por unas 3 horas como máximo. Es decir, conviene que, cada 3 horas, estés ingiriendo algo de comida, aunque sea poca cosa como un yogurt o una fruta. Esto lo que hace es ayudar al cuerpo a que no sufra por ganas de comer sino que la ansiedad de estar a dieta se elimina.
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Disminuir las porciones. Siempre se ha dicho que, cuando se está a dieta, debes colocar el plato de postre para comer, de tal manera que veas más cantidad de comida que de plato y, a través de la vista, te sacies porque tienes comida de sobra. Pero para ello necesitas acostumbrar también a tu estómago, ya que este según la comida que le das, se expande o se contrae con el tiempo. Por eso has de ir disminuyendo la cantidad (sobre todo si comías más que lo que la dieta te deja ahora) para, así, conseguir saciarte con menos comida.
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No comer demasiado de noche. No sería bueno que cenaras muy tarde, mucho menos que te tomes algo antes de irte a dormir porque toda la comida extra que se consuma por la noche son solo calorías para el cuerpo que no las va a quemar. En este sentido, a partir de la 11 de la noche no se debería ingerir nada más. Si te quedas con hambre, una infusión puede ayudarte a pasar esa sensación.
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Consumir agua. Siempre se dice que se deben consumir dos litros de agua, que además es buena para el organismo. Eso sí, se recomienda no hacerlo junto a las comidas para evitar una falsa sensación de saciedad. Imagina lo siguiente: vas a comer y te tomas un vaso de agua antes, otro comiendo. Te has quedado demasiado llena, y encima has comido poco. Pero a la media hora tienes hambre. ¿Por qué? Pues porque el agua te ha llenado y no la comida, con lo cual cuando el agua se ha eliminado las ganas de comer vuelven de nuevo y es algo lógico.
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Ejercicio. Tres veces a la semana. No se pide más. La mayoría de las dietas no funcionan precisamente por esto, porque no se hace ejercicio y, por muy poco que comas, el cuerpo necesita todas esas calorías para funcionar, de ahí que no se pierda peso (además de no moldear lo que tienes).
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Comer despacio. Teniendo en cuenta que vamos acelerados a todas partes y que no nos paramos a disfrutar de las cosas, comer de forma rápida es algo que nos afecta, y mucho, además de hacernos que casi comamos en 5-10 minutos. Pues bien, ¿sabes que el cerebro no manda la orden de saciedad hasta que pasan 20 minutos? Así que, si comes rápido, cuando no haya nada en el plato tu mente seguirá diciéndote que tiene hambre.
Como ves, esto puede ser la clave para conseguir que la dieta funcione. ¿Por qué no lo pruebas?