A partir de los cinco o seis años los niños comienzan a imaginarse que junto a ellos hay otro niño o bien un animal o un dibujo animado que juega y habla con ellos. Es una fase por la que casi todo niño pasa aproximadamente por esa edad. En principio no hay que darle demasiada importancia porque esta fase suele pasar en poco tiempo.
El problema reside en que el niño se aísle sólo porque quiere la compañía de ese amigo invisible y demuestre un comportamiento diferente tanto en el colegio como en la casa. Por ejemplo que en el colegio no se relacione con sus amigos en el patio sino que se quede sentado o jugando solo y hablando con esa persona o animal invisible; en casa también puede ocurrir lo mismo aunque, cuando el niño no tiene hermanos ni amigos con quien jugar en casa se suele pasar un poco más del tema.
Cuando el amigo invisible interfiere demasiado en la vida social del niño hay que tomar cartas en el asunto. Lo primero es tratar de prestarle más atención al niño, intentar que no esté solo o, si lo está, que sea el mínimo posible. Al estar con él vamos a disfrutar, a divertirnos, a hacer cosas juntos de tal manera que el niño entienda que aquello que hace con nosotros, que interacciona, que se divierte,… es lo más normal ya que todos nos entendemos. Poco a poco el niño va dándose cuenta que no necesita de un amigo imaginario para divertirse porque sus padres, familia, amigos, y en general toda la gente que le rodea también sirve para divertirse.
Si se trata de un amigo imaginario animal o dibujo animado en ocasiones adoptar una mascota puede hacerle olvidar a ese amigo imaginario y centrar su atención en algo más real.