¿Alguna vez alguien te ha dicho, a la hora de tomar una decisión: consúltalo con la almohada? Seguro que sí, igual que, a veces, tú mismo lo habrás dicho para tener más tiempo para pensar. Y, a veces, cuando te quedas dormido, piensas que no le has dado vueltas a la cabeza cuando has dormido, o que no sirve de nada, pero no es así.
Tomamos buenas decisiones al dormir
Cuando dormimos, el cerebro sigue activo y funcionando a plena potencia, controlando que todo está bien y sumiéndonos en una tranquilidad que sólo el sueño consigue. Pero, también, permite que, al no haber otras cosas de las que preocuparse, puedas evaluar la situación de aquello que te preocupa para tomar una decisión más clara.
Según un estudio publicado en la revista Currente Biology, el cerebro, por la noche, va organizando los conocimientos y todo lo que te ha ocurrido por el día ubicándolos en la memoria, desechando aquellos que no interesan, y permitiendo con ello un aprendizaje y reflexión del día. Pero, también, ayudándote a que puedas tomar una decisión.
Es por eso que, por la mañana, cuando despiertas y piensas en la decisión, es posible que empieces a darle más vueltas porque ya no estás tan seguro de la primera decisión que podías haber tomado en ese momento. Es decir, te vuelves más objetivo y, aun cuando no tomes la decisión en ese momento, sí que habrás sabido calmarte antes de tomar una decisión equivocada.
Ahora lo importante es contar con una buena almohada y un buen colchón para que el descanso sea el adecuado porque, si no se duermen las horas necesarias, el descanso o la “consulta a la almohada” no es exactamente el mejor momento para la toma de decisiones porque el cuerpo no ha descansado lo suficiente y lo necesario para ser objetivo en tu decisión.