Si estás embarazada lo más seguro es que tengas ganas de ver a tu pequeño en tu primera ecografía, salvo que te la hayan hecho ya. Quizás hasta te tomes el capricho de ir a ver una ecografía en 4D solo para saber cómo es tu hijo (y también conocer el sexo del pequeño o pequeña).
Las ecografías en blanco y negro te dicen mucho y al mismo tiempo no te dicen nada porque, salvo un profesional, no se entienden bien, en cambio las otras ya es una historia diferente. Pero, ¿sabes que hay también una ecografía especial? Se trata de la ecografía Doppler que no se hace siempre pero que puede resultar muy importante.
Una ecografía doppler es aquella que permite observar los vasos sanguíneos del pequeño aún estando en el útero. No es algo que suela realizarse por rutina, de hecho tienes que pedirla y que te acepten para realizarla (es decir, que el médico quiera).
Normalmente se realiza al final del embarazo en el último trimestre con lo que se puede evaluar el flujo de sangre que le llega al bebé por el cordón umbilical. Además, le puede dar a los profesionales una visión de cómo está el corazón del bebé, las válvulas cardiacas y las paredes del corazón encontrando malformaciones o anomalías cardiacas que puedan curarse en los primeros meses de vida del pequeño.
Este tipo de ecografías suele ser buena para cuando la madre tiene hipertensión, diabetes, hay problemas con la placenta o el cordón umbilical y sufrimiento fetal importante.
Así, cuando nace, o incluso antes, se puede tratar.