Uno de los problemas que se pueden tener cuando se está embarazada, y que en cierto modo no requieren de tenerlo antes del embarazo, es la hipertensión en embarazadas, un problema que puede afectar tanto a la madre como al bebé y que, como te decimos, no tiene por qué suponer un problema antes de quedarte embarazada.
Durante el embarazo puede ser habitual que la presión arterial se eleve por varios motivos como pueden ser la adhesión de la placenta en el útero, un embarazo múltiple, edad avanzada de la mujer, padecimiento de diabetes, etc.
Por todo esto, el control de la hipertensión es muy importante y se realiza, durante los cuatro meses de gestación, una vez al mes para, a partir de la semana 20, pasar a hacerlo cada semana o cada 15 días junto con análisis de orina al mes o cada dos meses.
Si se diagnostica que hay algún problema podría internarse a la madre para controlar la evolución de la enfermedad y al pequeño ya que, si se diera el caso de que fuera serio y además todavía no ha llegado a la semana 34, el reposo sería absoluto mientras que, si se ha llegado, lo más habitual es que se provoque el parto para que no sufran ninguno de los dos.
Entre los problemas que puedes tener, para con tu bebé, si no te controlas, son: poca maduración de los pulmones, crecimiento excesivo que provoca un parto traumático para ambos, etc.
Por eso, lo mejor es controlársela y siempre tenerla en valores normales.