Muchas veces se piensa que los niños se motivan solos porque, cuando juegan, los ves muy alegres y con ganas de hacer muchas cosas pero en cuestión de estudios esa motivación no puede ser tan alta, y muchas veces no lo es, con lo que hay que intentar que vean los estudios, no como una obligación, sino como algo que fomenta su desarrollo. En otras palabras, hay que motivas a los niños a aprender, a querer aprender y aplicar ese conocimiento en su día a día.
Ahora bien, ¿cómo se consigue eso? Pues motivando y, para ello:
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Observa a tu hijo para ver qué le atrae, qué le aburre, en definitiva, lo que le gusta hacer. Eso hará que puedas pensar algunos trucos para que, aquello que le aburre, le resulte entretenido si lo combinas con algo que le gusta mucho. Por ejemplo, no le gustan las matemáticas pero le encanta ir a un parque de atracciones. Pues puedes motivarlo dándole un premio como ese si se esfuerza en matemáticas (ha de ser siempre algo que sea tangible cuando son pequeños).
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Los niños necesitan repetición. ¿No has oído varias veces la expresión “es como un mono” o “es una esponja”? Pues eso mismo es lo que necesitamos fomentar, el que pueda absorber el conocimiento que le brindamos y después que sepa utilizarlo para poder ser alguien de provecho en la vida.
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Eso sí, tened en cuenta la edad y su etapa de aprendizaje. No es bueno exigir a un niño más de lo que debe si no está acostumbrado a ello. El motivo es que a veces eso puede tener el efecto contrario, que no quiera aprender o lo vea como una obligación tal que no quiera ni pensar en ello.