Tu hijo, con los compañeros de clase, también puede adoptar un rol que, seguro, piensa que así todos lo van a aceptar. Muchas veces puedes pensar que adopta este rol por miedo a que, si lo conocen de verdad, no les caiga bien, y por eso a veces tiene un doble sentido. Nos referimos al rol gracioso.
Los niños que van como graciosos suelen ser chistosos, divertidos, llenos de vitalidad y de energía. Es la fuerza que necesita el grupo y lo llena de alegría. Es muy popular entre sus compañeros de clase y siempre lo buscan para jugar. Se siente feliz, seguro de sí mismo y se toma la vida con una sonrisa.
A la hora de tratarlo el problema puede ver que se tome todo en broma, incluso las normas, y no se de cuenta de que un mal comportamiento puede tener consecuencias en lo que haga. Entonces, ¿qué se hace en esos casos? Pues bien, lo que se puede hacer es clararle las cosas.
Tienes que decirle que, durante el día, habrá momentos para reír y pasarlo bien, pero también habrá momentos para no pasarlo tan bien y donde tiene que obedecer a los mayores o lo que haya que hacer porque no nos podemos estar riendo siempre de la vida.
Conviene también que no te rías siempre de lo que hace. Si le has mandado algo y hace una gracia y te ríes pensará que está bien hecho lo que hace, cuando no es así. Por eso hay que intentar mantenerse consecuente con lo que le pides.
A veces es bueno también hacerle ver que no es el centro de atención sino que nos fijamos en los demás también.