Entre la semana 16 y 22, tu médico te puede preguntar si quieres someterte a un análisis para conocer la salud del pequeño, el llamado amniocentesis, un examen que preocupa a la madre, porque si se hace mal puede suponer problemas en el bebé pero, haciéndolo bien, no tiene riesgos y sí puede dar información muy importante sobre el estado del bebé.
El examen consiste en la introducción de una aguja para extraer 15 centímetros cúbicos de líquido amniótico. Esto se hace a través del abdomen de la mujer y tiene el riesgo de que, cuando se esté haciendo, el bebé se mueva y se le pueda hacer daño de alguna forma al pequeño.
Una vez que se ha obtenido la muestra, lo que se hace es analizar la misma porque en ella se tienen células fetales de las vías urinarias del pequeño y de su piel. Así, tras un líquido de cultivo, se desarrolla y, en 14 días, se tiene un mapa cromosómico y las posibles anomalías genéticas que pudiera tener.
Si bien es una prueba peligrosa, a veces se recomienda antes que la biopsia de corion que se hace a partir de la semana 14, o la funiculocentesis (extraer sangre del cordón umbilical). Esta prueba se aconseja más a las mujeres mayores de 34 años, para las menores de esa edad lo mejor es una técnica no invasiva.
