La localidad alicantina de Altea, es un destino encantador por sus rincones mágicos, sus calles, sus locales de ocio variados y las vistas únicas desde el mirador, con una luz especial por el día y por la noche el romanticismo.
Espacios recreativos y naturales
Con ocho kilómetros de litoral, desde el Albir hasta el Mascarat. Altea tiene playas dónde se puede practicar todo tipo de actividades náuticas como la Playa de Olla o la de Roda.
Y al fondo se encuentra la Sierra de Bernia, son muchas las excursiones que se pueden efectuar para disfrutar de la naturaleza.
Gastronomía
Las características muestra la influencia de distintas culturas. Los salazones, continuando la tradición romana o fenicia para mantener el pescado, para degustar la mojama, la melva o las anchoas.
Las coques al horno, una masa que se acompaña de longaniza, butifarra, sardinas, tocino, melva o anchoas, o se prepara rellena como el bollo o coca farcida, de harina de maíz y rellena de verduras (acelgas, cebolla, espinacas, etc.).
También hay una forma tradicional de cocina el cordero procedente de Argentina, que se denomina cordero en la cruz.
Para disfrutar de la gastronomía, Altea tiene para todos los gustos restaurantes de autor o de gastronomía tradicional, internacional, vegetariana, de diseño, rústicos, tabernas, con vistas panorámicas, bares de tapas, coctelerías, heladerías artesanas, etc.
Paisaje
La ciudad amurallada todavía mantiene sus puertas de entrada. El Portar viejo y El Portal nuevo.
Alejada de la costa, Altea la Vella mantiene el viejo estilo de sus calles. Desde su punto más elevado dónde se hallaba el Castellet, las calles descienden serpenteando formando un aspecto apiñado, en la cima con la iglesia.
Aparte, de los dos núcleos de población, están las agrupaciones pequeñas de viviendas con ermita que forman las llamadas Partidas, algunas de las cuales tienen una antigüedad de más de 250 años.