Que si el cordero, el cochinillo, los polvorones, el roscón de Reyes… Parece casi imposible resistirse a la cantidad de exquisitos manjares que las Navidades dejan tras de sí. Luego viene lo de siempre, los fantásticos propósitos que nos proponemos para el año nuevo que comenzamos con mucho interés pero que abandonamos con apenas el transcurso de los dos primeros meses del nuevo año… ¿Y entre estos propósitos cuál es el rey? El de adelgazar.
Según las últimas encuestas, durante las Navidades los españoles engordamos de media de entre 2 a 4 kilos. Sin embargo, según ha explicado Carlos Diéguez del Centro de Investigación Biomédica en Red Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición en su última rueda de prensa, estos kilos adquiridos no son consecuencia de una falta de voluntad por nuestra parte. Según sus últimos datos científicos, el hecho de engordar durante estas fechas se asocia a un hambre hedonista, o lo que es lo mismo, que comemos por puro placer.
Según esta premisa el deseo por estos alimentos ricos en calorías provoca una serie de mecanismos de recompensa que el cerebro activa cada vez que los ingerimos. Es decir, «cuanto más comemos, más queremos comer porque cada trozo que ingerimos activa unos circuitos neuronales que nos empujan a comer más» según sus propias palabras.
Ahora ya tenemos excusa para replicar a todos aquellos que nos echen en cara esos de kilos de más adquiridos durante las Navidades, no es cosa de nuestra falta de voluntad, es cosa del ‘hambre hedonista’.
