Cuando estás embarazada, el sexo del bebé es lo que menos te importa porque lo único que quieres es que nazca sano. Por eso cuando los médicos diagnostican una enfermedad en tu hijo piensas que has hecho algo mal.
Nada más lejos de la realidad; las enfermedades son como la lotería, te tocan o no te tocan; muchas de ellas se pueden llevar perfectamente haciendo vida normal y otras requieren un poquito más de constancia y de esfuerzo para ayudar al niño a desarrollarse.
Una de las enfermedades que puedan tener los niños es el autismo. Para quien no lo sepa el autismo es un alejamiento por parte del niño de la realidad buscando cobijo en el mundo interior suyo.
El autismo puede no verse hasta el cuarto mes de vida y, en cualquier caso, necesitas que sea un experto quien diagnostique el caso.
Los padres y madres que tienen hijos con esta enfermedad suelen buscar información en asociaciones, libros, páginas web,… con el fin de ayudar a sus hijos. Y es que existen algunas actividades que están orientadas a los niños autistas con las cuales mejorar un poco su comportamiento y lograr que, de vez en cuando, salga de su propio autismo o no entre en esa situación.
Existen muchos tipos de autismo, desde el más leve, donde el niño simplemente pierde la noción del tiempo y del espacio donde se encuentra, hasta los más graves donde puede pasar horas o incluso días en ese mundo interior.