Triste noticia la que conocíamos ayer noche: el fallecimiento del escritor Gabriel García Márquez, el símbolo de la literatura hispanoamericana y del realismo mágico.
A los 87 años de edad se ha despedido de este mundo el autor colombiano, ganador en 1982 del Premio Nobel, a consecuencia de una neumonía que le había llevado a estar ingresado varios días en el hospital.
En su casa de Ciudad de México es donde se ha apagado la luz de esta magistral pluma que ha pasado a convertirse en una de las grandes estrellas del firmamento literario gracias a obras tales como “Cien años de soledad” (1967), “Crónica de una muerte anunciada” (1981), “El amor en los tiempos de cólera” (1985), “Noticia de un secuestro” (1996) o “Memoria de mis putas tristes” (2004).
Toda su familia ha querido estar con él en estos últimos momentos de vida y es precisamente aquella la que parece ser podría estar decidiendo que los restos de García Márquez descansen finalmente en su país natal, en Colombia, donde se han declarado tres días de luto oficial.
Sea como sea, hoy la literatura en general llora por la pérdida de este escritor que nos mostró una manera de disfrutar de las palabras, de dejarnos llevar por la emoción de sus historias, de enamorarnos de Macondo y de sus gentes, y de saber que “la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”.