El DNIe se presentó como toda una revolución en las transacciones entre particulares y organismos y empresas. Allá por 2006, cuando aparecieron los nuevos DNI con chip incorporado, ante los usuarios españoles se prometía todo un mundo de posibilidades: pago y gestión de datos, gestión de multas, comunicaciones con organismos oficiales, o incluso, interactuación con el banco y con empresas privadas eran algunas de las supuestas ventajas de esta nueva incorporación.
Imagen: elconfidencial.com
En menos de 8 años, el DNIe ha pasado de ser la promesa de un mundo interactivo, a convertirse, simplemente en un sistema de identificación, similar al plastificado de hace unos años, pero con una inversión muy alta y con un microchip codificado y con un certificado- que caduca bastante antes que el propio DNI.
En la actualidad, se calcula que se realizan menos de 1 millón de transacciones diarias con é, y se prevé que el número de usuarios es aun menor, y eso que los DNI electrónicos son ya más de 40 millones. Complicaciones para instalarlos, la necesidad de un hardware externo y el hecho de que el certificado caduque pronto, así como la poca implementación que ha tenido fuera de las administraciones oficiales, están detrás del fracaso del DNIe.
Pero, la idea es buena, y necesaria, o al menos así lo consideran los organismos encargados de expedir los DNI, por ello, ya se está trabajando en un nuevo tipo de DNI electrónico y que facilite las transacciones telemáticas de particulares con las administraciones.
De momento, poco se sabe sobre el nuevo DNI, del que se espera que esté disponible antes de 2016 y que se denomina DNI 3.0, aunque ya ha trascendido que pretende tener una configuración muy sencilla, para evitar el error el documento de identificación anterior.
¿Creéis que es buena idea invertir ahora en un nuevo tipo de DNIe?
