¿No te has preguntado nunca por qué los niños, cuando son pequeñitos y lloran, no tienen lágrimas? Es algo que puede llamarte la atención porque lloran, sus ojos se aprietan pero, lo normal, cuando son recién nacidos, es que no tengan lágrimas.
Pues el motivo es sencillo, o quizás no. Se trata de los conductos lagrimales, esos que retienen el líquido o las lágrimas para que los ojos estén húmedos y los párpados se puedan deslizar más fácilmente por ellos. Ese conducto, en los bebés, no está abierto, al menos no lo suficiente como para hacer su función y solo cuando están muy llenos es que se producen las lágrimas pero en el caso de los bebés no suele haber ese rebosamiento y, por tanto, no hay la aparición de esas gotitas que te dan pena porque piensas que está sufriendo.
Los conductos lagrimales suelen ir abriéndose con el paso del tiempo así que no tienes que preocuparte aunque sí hay que vigilarlo para saber si se abren bien o no. Hay casos en que los niños pueden tener problemas en los ojos debido a que los conductos no terminan de abrirse y tienen infecciones constantes en los mismos; y otras veces en las que siempre les lloran los ojos, porque hay un mal funcionamiento de los conductos, que se rebasan y tienen que soltar el agua que acumulan en forma de lágrimas aunque en realidad no les esté pasando nada.
¿Te has encontrado tú con un caso así?