Si ya ha pasado un tiempo desde que dieras a luz es posible que estés habituada a tu bebé y a todo lo que él quiere hacer, cuándo comer, qué comer, etc. Pero llega un momento, en torno a los cuatro meses de edad, en que hay que empezar a darle alimentos sólidos al bebé para que puedas ir variando su alimentación (eso no quiere decir que vayas a quitarle la leche materna, o la leche artificial).
Los alimentos principales que se le suelen introducir al principio son:
– Frutas, que pueden ir en zumos, papillas, compota, mezcla o papillas compradas en las tiendas. Las mejores son las que haces en casa porque, de esa manera, vas a conseguir saber que son frescas, naturales y sin colorantes ni conservantes.
– Cereales, como papillas, pan, fideos, etc.
– Legumbres, verduras y hortalizas,
– Carnes y pescados.
– Otros alimentos.
Ahora bien, ¿cómo introducirlos? Ante todo has de ser prudente y tener en mente que no va a ser ponerlos y comérselos. Es posible que los pruebe y después no quiera, o que ni siquiera acepte probarlos. ¿Qué hacer? La técnica del mono. Si papá lo hace, si mamá lo hace, si el hermano lo hace, por ende, también lo hará el bebé. Es algo que con el tiempo permitirá que pruebe más alimentos y con el cual no tendrás muchos problemas.
Lo que no debes es hacerlo de forma ocasional, aunque después lo tires a la basura, has de probarlo todos los días, alimento por alimento, sin mezclar, para que sepa los sabores originales que tiene.