El último rol que tu hijo puede adoptar, al margen de que pueda haber combinaciones de varios roles, es uno que no gusta demasiado y al que se le llama de otra forma más despectiva despertando celos, envidia y rechazo por muchos de sus compañeros de clase. Nos referimos al rol formal, el “pelota” de la clase.
Esta clase de niños destaca porque se espera en el trabajo, no arma jaleo, está atento a lo que le dicen y solo habla cuando le preguntan.
¿El problema? Que a sus compañeros eso no les gusta.
Muchos expertos consideran que ese comportamiento se produce porque se “enamoran” de su maestra y quieren complacerla pero lo cierto es que no considero que sea así. Es posible que pueda ocurrir en algunos casos pero no siempre. Hay niños que son más tranquilos y que se sienten bien sabiendo que hacen bien las cosas y son recompensados con gratitud por ello.
El problema viene cuando eso genera un conflicto con los demás que puede hacer: a) que se aíslen porque los demás no los entienden; y b) que se crea más importante por ser el ojito de la maestra.
¿Qué se hace? Pues es sencillo, hay que agradecerle y recompensarlo por sus esfuerzos, eso es indudable, pero también hay que estar pendiente de los demás y dejarle claro que, no porque lo haga todo bien, se merece siempre un precio. Ni tampoco eso le convierte en mejor persona que los demás.