Cuando te quedas embarazada no quieres que haya nada que salga mal, al contrario, te gustaría que todo saliera bien. Pero ahora bien, hay ocasiones en las que eso no puede ser, en las que se producen anomalías cromosómicas que pueden afectar al desarrollo de tu bebé.
Una persona tiene 44 cromosomas que son “autónomos” y después hay dos cromosomas XX (para chica) y dos XY (para chico), lo que forma el total de 46. Cuando se produce la maduración del óvulo y espermatozoide es cuando nos encontramos que, cada uno de ellos, lleva 23 cromosomas y la unión de ambos nos da los 46. Sin embargo, hay casos en los que se producen anomalías.
Una de esas anomalías puede ser la trisomía cuando hay defectos en la división de un cromosoma originando 3 cromosomas en lugar de dos. Esto también puede darse al contrario, es decir, faltando cromosomas.
En un principio te diremos que la alteración de los cromosomas puede repercutir en buen grado, con la evolución y desarrollo del pequeño saliendo con enfermedades o malformaciones por culpa de ese cambio en los cromosomas (que al fin y al cabo llevan toda nuestra historia.
Es por lo que es importante los análisis de sangre y ecografías para conocer en todo momento el estado del pequeño.