Trastorno bipolar

El trastorno bipolar (llamado también trastorno maníaco-depresivo) es un trastorno cerebral crónico que se caracteriza por episodios de cambios de humor  extremos, y alteraciones de la conducta. Los síntomas más evidentes son en su comportamiento, sin embargo suele tener signos menos visible, pero graves a nivel cognitivo, cardíaco y metabólico.
Los síntomas pueden aparecer poco a poco o de repente durante la infancia, la adolescencia o ya en edad adulta. Algunas de los síntomas que los caracterizan son:

1- Explosividad afectiva, mal genio.

2- Irrespetuoso, amenazante, enérgico.

3- Inatención, insensatez, con accesos de risa incontrolados.

4- Depresivo, triste,  tendencias suicidas o a lesionarse a si mismo.

La fase de manía  se manifiesta como desafío extremo u oposición, no hay un síntoma único que sea característica inconfundible. Otros expertos encuentran variaciones en la sintomatología según la edad en que se empieza a hacer presente la enfermedad: los cambios de humor y la irritabilidad es lo mas característico  en los pacientes menores de 9 años, puede verse en forma de cambios afectivos rápidos, que hacen que a menudo los padres describan a sus hijos como impredecibles, beligerantes, desagradables, malintencionados, como si tuviera dos caras. Su estado de ánimo seria irritable, con problemas de relaciones sociales, este exceso de energía, poco juicio le conduce a la búsqueda de emociones fuertes y muchos de ellos son muy temerarios.

Según el DSMV-IV,deberían darse al menos 3 características de las siguientes :

Grandiosidad o autoestima inflada.

Sueño disminuido

Locuacidad o apremio al hablar.

Fuga de ideas o pensamiento acelerado.

Distractibilidad.

Actividad aumentada o agitación psicomotriz.

Participación excesiva en actividades placenteras potencialmente peligrosas y con consecuencias dolorosas.

En definitiva: es necesario  un análisis detallado tanto a nivel histórico-evolutivo como a nivel actual. Saber el comportamiento del niño en casa, colegio, etc. Lo que más preocupa a los padres respecto al funcionamiento de su hijo, así como las estrategias que han desarrollado para ayudarle y que efecto han tenido.
Valorar el historial familiar y la posible presencia de trastornos depresivos y/o bipolares en los familiares directos ya que esto podría ayudar al diagnóstico dada el alto componente genético de este trastorno.

El tratamiento es multidisciplinar: con fármacos, psicoterapia y entrenamiento para padres son los tres ejes fundamentales. En los casos más extremos puede ser necesaria la ayuda de los servicios sociales, especialmente cuando los padres no tienen recursos suficientes para afrontar el problema.